Energía limpia

Es la principal fortaleza del gas natural. A nivel mundial es reconocido como uno de los combustibles convencionales más limpios, ya que su combustión genera las menores emisiones de dióxido de carbono (CO2) –principal gas de efecto invernadero–, contribuyendo a disminuir el calentamiento global, siendo parte de la solución al cambio climático.

Energía natural

El gas natural se encuentra en el subsuelo de manera natural, consumiéndose tal y como se encuentra en las profundidades de la tierra. Desde que se extrae de los yacimientos hasta que llega a los puntos de consumo, el gas natural no pasa por ningún proceso de transformación (solo en su transformación al estado líquido recibe un tratamiento). Además, a diferencia de lo que ocurre con otras energías que comparten esta característica, su combustión completa no deja residuos de partículas sólidas, alargando con ello la vida útil de los artefactos en los que se le utiliza.

Energía versátil

El gas natural tiene múltiples aplicaciones en diversos sectores de la vida cotidiana. Sus usos van desde la cocción de alimentos, calentamiento de agua y calefacción, generación de vapor industrial y diversos sistemas de secado, tratamientos térmicos, fundición, climatización (refrigeración), etc…, hasta la generación eléctrica y el transporte vehicular.  Su versatilidad de uso hace que el gas natural sea un elemento clave en la construcción de una sociedad menos intensiva en carbono.

Energía disponible y abundante

El desarrollo tecnológico permite hoy llevar el gas natural a localidades alejadas de los gasoductos, a través de camiones acondicionados y seguros que permiten su traslado en estado líquido. La utilización de los llamados “gasoductos móviles” –en camiones o trailers– permite que el gas natural pueda utilizarse donde no llegan los gasoductos, ya sea por distancia o por escala de demanda. En la zona de destino el producto es recibido en una “planta satélite de regasificación” especialmente construida para ello, donde recibe un tratamiento que lo vuelve a su estado gaseoso (es una pequeña planta de regasificación) y desde allí se distribuye a los núcleos urbanos de las ciudades o a industrias/comercios a través de redes subterráneas que la empresa distribuidora construye para abastecer directamente a los clientes.

Energía accesible para todos

Existe una amplia oferta en el mercado: hay más de 19 países exportadores, la mayoría con altos niveles de estabilidad política, y  de todos ellos podemos importar el producto por mar sin ningún tipo de restricción. En 2016 entró USA. como nuevo exportador, convirtiéndose en uno de los grandes exportadores de gas natural del mundo. Plantas de licuefacción y regasificación permiten –a través de la tecnología del GNL– que el gas natural llegue a cualquier parte del mundo. Los buques metaneros garantizan su distribución global y la posibilidad de brindar soporte para un mayor abastecimiento. En Chile existen dos terminales de regasificación especialmente equipados para recibir el gas en estado líquido que se importa por mar. En estas instalaciones el producto recibe un tratamiento industrial que lo vuelve a su estado gaseoso, para luego ser transportado mediante gasoductos e inyectado a las redes de distribución para llegar  por estas cañerías subterráneas a los distintos usuarios. Chile posee una participación del gas natural de 2 a 6 veces menor que otros países de la región y de la OCDE, existiendo un amplio potencial para incrementar la gasificación de su matriz. Desde la primavera de 2018 también se cuenta con el gas natural procedente de Argentina,  el cual llega a Chile a través de gasoductos binacionales.


El Gas Natural en Chile

El empleo de gas natural como alternativa energética en Chile se remonta a principios de los años 70, cuando la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) comenzó a distribuir el combustible en la austral región de Magallanes. Posteriormente, en 1981, Gasco Magallanes  comenzó a distribuir este energético a las tres principales ciudades de la región: Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir.

Años más tarde, en 1997, se introdujo el gas natural a la zona central de Chile, luego que Argentina desregulara y privatizara el sector energético, lo que permitió que ambos países suscribieran -en 1995- el Protocolo de Integración Gasífera.

A partir de abril de 2004, el suministro de gas natural argentino hacia Chile comenzó a verse enfrentado a sucesivas restricciones que finalmente derivaron en la llamada “crisis del gas” que se prolongó por 5 años. Esto motivó al gobierno de la época y a los distintos actores que utilizan este recurso a impulsar la construcción de terminales de regasificación de gas natural licuado (GNL) en el centro y norte del país para importar el combustible desde distintos orígenes.

Fue así como nació el terminal de regasificación de GNL Quintero, en la región de Valparaíso, en 2009 y posteriormente, a mediados de 2010,  inició su operación comercial el terminal de regasificación GNL Mejillones, en la bahía de Mejillones, región de Antofagasta, en el norte del país.

La llegada del GNL a Chile permitió a la industria del gas natural asegurar la disponibilidad de este combustible desde cualquier origen y garantizar, a su vez, un abastecimiento a todos los segmentos de clientes. EL GNL ya no es un combustible “de respaldo” sino que se ha transformado en una fuente segura, estable y permanente que alimenta los 365 días del año a la matriz energética nacional.

En la primavera de 2018 se reanudaron las importaciones de gas natural argentino a la zona central de Chile, tras los esfuerzos desplegados por los gobiernos de ambos países para impulsar la integración energética. Esto, aprovechando los excedentes de gas que se han producido en el vecino país en los meses de verano y la infraestructura existente ya construida en ambos países.